miércoles, 19 de octubre de 2011

El Barrio del Artista


A una señora adinerada por la facha, le da por preguntar por el material de los cuadros, por la pintura con la que están realizados, por el tiempo de elaboración y todos estos datos proporcionados gentilmente por el vendedor artista, sirven para que ella le  refute en la cara que su arte es muy caro y que no vale la pena, que su tiempo de elaboración esta exagerado y que no se lo llevara a su casa para adornar su tan elegante sala.
El vendedor artista con cara nada extrañada se vuelve a sentar para volver a presenciar otras diez veces en el día, la misma situación con otras diez personas más.
La  misma escena se repite con los demás artistas, y la gente camina como si por el hecho de estar ahí se hiciera más culta, interesante y hasta refinada, el arte es para muy pocos y aunque este barrio se encuentra en una zona popular del centro de puebla, a la gente que camina por ahí se las da de exclusiva y apantallante  haciendo juicios a la ligera de los cuadros y las exposiciones.
 El barrio del artista lugar tan admirado y visitado por los turistas que se pasean con unos camotes en las manos y una blusita de manta que les costó 3 o 4 dólares, se dirigen a admirar  al señor que pinta un cuadro de la hermosa catedral bajo la lluvia y  solo le dejan  la pregunta de rigor ¿el precio? Después de eso  se esfuman de puntitas haciendo como si el puesto de dulces típicos llamara más la atención que el cuadro de la hermosa catedral bajo la lluvia.
 Dejando a los pobres (hablando de economía) artistas de su lado, veo a las parejas de  enamorados  a quienes les encanta ir a pagar  50 pesos por ir a escuchar a un tipo que medio canta las canciones de trovadores, y que se pone algo pesimista con el público,  cuando el otro cantante de turno ya esta conectando sus bocinas, como diciéndole que se quite porque ya le toca a  él ganarse los siguientes 10 pesitos por cada pareja que entre, los otros 40, se los queda el jefe del establecimiento por el hecho de estar ocupando sus instalaciones, también los músicos son pobres.
Pero realmente en este lugar se respira el aroma del arte, de personas que día a día se aprietan los bolsillos pero se aflojan el  corazón dejando fluir su talento natural que los libera,  en cada pincelada y tonada de su guitarra.




Por: Gladis Linarte         

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